Cada vez que te veo se ilumina mi cara. Tu luz, tu inmensidad, tu belleza anuncian la revuelta de los mares.
Los árboles se sacuden y haces que el río se levante arrastrando alegrías y esperanza.
Al anunciar tu arribo, hasta las piedras te pueden sentir, pero un cuerpo vacío sólo padece la resaca.
Fuego incandescente en el horizonte roba sonrisas una vez más, y aguarda la oscuridad para verte llegar.
El primer rayo de luz señala que hemos fracasado. Nos incita a seguir hundidos y dejar pasar las olas, o salir a caminar a pesar de las penumbras y el dolor dejándonos llevar por el resplandor.
Me tranquiliza ver tu irónica sonrisa después de causar turbulentos recorridos. Sabes que soy tu cómplice y que seguiremos envueltos en este círculo vicioso hasta que me consuma la tierra.
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