domingo, 1 de junio de 2014

Séptimo sábado


Sentado en la misma mesa para dos. Admiraba las gotas que caían de la marquesina al otro lado de la calle y meditaba.

Tomaba su café y fijaba su mirada hacia enfrente. El vapor simulaba su silueta, su sonrisa, la curva de su nariz, el arco de sus cejas... un suspiro, se esfuma.

Daba un trago. Recordaba las tardes lluviosas cuando caminaban bajo la tormenta y llegaban precisamente a esa mesa donde muchas veces sentados y riendo pidieron un café.

Ya tres años había pasado, sin embargo él seguía regresando a colocarse frente a una silla vacía para revivir esa silueta, esa sonrisa, esa nariz y esas cejas.


La lluvia los acercaba aquellos sábados de casi otoño, y fue la lluvia de madrugada la que los separó.