martes, 24 de diciembre de 2013

Efímero otoño






Inolvidable

tu promesa, eterna

en el otoño.






lunes, 16 de diciembre de 2013

Olvídate de todo, menos de mí


En todo el Panteón Municipal de Dolores Hidalgo subsiste un enorme sombrero rodeado de un sarape lleno de vivos colores construido a finales del siglo XX. Podrás reconocerlo aun con los ojos cerrados. El miasma que desprende es inconfundible pues los restos de uno de los grandes cantautores mexicanos se encuentran debajo de este monumento; un artista que sigue vivo a través de sus letras. Al "recorrer" aquel sarape multicolor, diferentes melodías rancheras resuenan en tu cabeza recordando serenatas, cumpleaños, graduaciones, noviazgos e incluso borracheras de dolidos. Las letras de José Alfredo Jiménez han persistido durante varias generaciones desde el siglo pasado hasta la actualidad sin perder la efusión con las que se escribieron.

Este "monstruo de la canción" nació ahí nomás tras la lomita, en Dolores Hidalgo el 19 de enero de 1926 y empezó a componer desde su temprana edad. Pese a no contar con educación musical, José Alfredo Jiménez compuso cientos de temas con la ayuda del maestro Rubén Fuentes al cual le silbaba la melodía para que éste hiciera los arreglos y fueran interpretados por el Mariachi Vargas de Tecatitlán. Canciones como Ella, Un mundo raro, Camino de Guanajuato, Paloma querida, El caballo blanco, El rey, La media vuelta, Muy despacito, Amarga navidad, entre otras, han sido interpretadas alrededor del mundo por diferentes artistas y en distintos géneros musicales haciendo que perduren y se esparzan a pesar de haber fallecido hace cuarenta años.

Su derrochador estilo de vida lo llevó a una cirrosis hepática por la cual "se nos adelantó" a sus cuarenta y siete años de edad el veintitrés de noviembre de 1973. Sin embargo es muy difícil incluso envejecer a José Alfredo Jiménez con todo ese legado musical. Su poesía popular y metáforas sencillas, han creado lugares comunes los cuales siguen siendo recorridos generación tras generación. Considerado un melodista excelente por Carlos Monsiváis, José Alfredo Jiménez sigue vivo a través de su lírica y en boca de varios artistas desde rancheros hasta intérpretes del rock. Además, la sociedad mexicana acude a su repertorio "para manifestarse, justificarse, declararse, entrar en crisis, implorar olvido, gritar la impotencia" (Monsiváis, C.) y de esa manera se apropian de estas canciones escritas el siglo pasado manteniéndolas frescas al relacionarlas con temas y situaciones actuales.

El inmortal, "...porque canta como nunca, porque gana batallas como el Cid después de muerto, por su altísimo ejemplo, porque sigue siendo el rey" (Sabina, J.), José Alfredo Jiménez fue un compositor talentoso difícil de suplantar que hasta la fecha sigue cautivando a hombres, mujeres, chicos y grandes a través de violines, trompetas, arpas, percusiones incluso guitarras eléctricas y timbales. "Porque lo cantó mi padre, porque lo canto yo, porque ojalá lo canten mis hijos, y los tuyos y los hijos de mis hijos..." (Sabina, J.). Así las canciones de José Alfredo Jiménez perdurarán otros cuarenta años más sin pasar de moda y llevando el mismo furor que tuvo tiempo atrás.


Todavía lo queremos; lo queremos a él y a todas sus canciones.