jueves, 2 de septiembre de 2021

8. El Arca

Llegar tan lejos para volver a soltarlo todo. Siempre intentando llegar a un estado divino. Privarse de todos los placeres ofrecidos también es un delito. 

No importan las veces que se haya recorrido el camino, siempre al principio estamos llenos de un vacío que es imposible saciar. 

Los días pasan, la mente se vuelve más clara y el cuerpo se empieza a alejar del vicio. Al séptimo día renacemos. Esas lágrimas derramadas a falta del gozo carnal, son las que han pintado el curso de la purificación. 

Renacemos y volvemos a caminar sobre la tierra rechazando todo lo que alguna vez nos intoxicó. 

Tropezamos, pero seguimos sobre un sendero iluminado por los rayos del sol. 

Un poco es casi nada, se retuercen las entrañas y difícilmente expulsando el bloqueo sembramos un vicio que nos hará regresar a toda aquella oscuridad.

El estómago se vuelve frío y hay inundaciones de pensamientos. 

El llanto ya no es una guía hacia la luz, se vuelven rachas de debilidad.

Caen gotas sofocantes de agua turbia por la piel y así absorbemos la tentación hasta pudrirnos por dentro.