miércoles, 31 de julio de 2013

Contigo

Room in New York,  Edward Hopper
Nueve de la noche, Mario termina de cenar. Toma el periódico, se quita los zapatos, y en ese momento se forman dos mundos dentro del cuarto.

Oídos sordos, miradas vacías, sabor a soledad. Ya no existen sentimientos. Difícil comprender cómo la costumbre los ha llevado a fraccionar e ignorar su entorno.


Por otro lado, ella sólo espera el fin de jornada y de ese modo volver a intentar romper la línea que la aleja de su todo.

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