Despertar no es difícil. Escuchas
a Tchaikovsky tocar una pieza al oído que hace el inicio del día sumamente
relajante. Al levantarte, sólo Jorge está en el departamento, Enrique fue por
el desayuno, o eso deseabas. Después de los buenos días te diriges al baño,
cierras la puerta, te miras al espejo, sonríes mientras te estiras un poco y te
sientas en el escusado. Después de respirar paz por un momento, tu cabeza
empieza a oscilar ligeramente. Demasiada belleza despertar sin malestar después
de 750 mililitros de brandy, pensaste que era una variante de "cama-loca"
y como el lavabo quedaba muy cerca de tu cabeza decidiste sujetarlo para evitar
golpearte. Poco a poco el vaivén empezó a ser más y más pronunciado. Jamás te
habías sentido tan mareada, si así se le podría llamar -Está temblando- sonó
una voz lejana parecida a la de Jorge -¿Qué?- tu respuesta al no haber digerido
esa frase por completo. Pasaron varios segundos... -Creo que debemos salir-
escuchas la puerta del departamento abrirse y empiezas a hilar: "mareo",
temblar, salir... ¡Está temblando! Pronto terminas de... lo que estabas
haciendo y sales a la calle. Ves gente fuera de sus casas, levantas la vista y
los cables de luz se meneaban de un lado a otro así como si hubieran sido
impulsados por alguien, bajas la mirada y tus calcetines están medio salidos,
no traes zapatos. ¿Esto es lo que pasa cuando tiembla en México? Tu primer
temblor en Ciudad Capital. Intentas llamar a casa pero las líneas están
ocupadas. Cuando todo vuelve a la calma empacas lo necesario para partir a Tequesquitengo.
* * *
Gordita de chicharrón y
transporte en metro, ¿querías algo más clásico? Central Taxqueña, autobuses
Pullman dirigiéndose a un lugar de Morelos que no habías escuchado antes:
Jojutla. Llegan y de ahí una combi que los lleva a Tequesquitengo. Se bajan no
precisamente en el centro, preguntan por el hotel donde tienen reservación y
está no sabes dónde pero el taxi les cobra más de treinta pesos por cada uno.
Deciden buscar un hotel más cerca, caminan por no una calle normal, con
terrenos baldíos por doquier hasta que a lo lejos atisban el oasis: "El
Cazador". Llegan a una recepción al aire libre muy sencilla a pesar de la
gran construcción y la magnitud del jardín, preguntan si hay cuartos disponibles
y un vibrante "sí" los salva
de seguir caminando bajo el picoso sol de Tequesquitengo. Pasan a ver la
habitaciones, dicen que el hotel está en remodelación pero por ser temporada
alta están dando alojamiento. El lugar parece lugar fantasma, un poco
descuidado, parece haber gente pero tampoco están seguros de eso, el señor que
los recibió al principio desaparece y aparece por otro lado. Sin embargo pocas
ganas les quedan para seguir caminando en medio de la nada y bajo una estrella
infernal, así que pagan dos habitaciones dejan sus cosas en el cuarto donde hay
seguro (si, la puerta del otro sólo cierra por dentro con pasador) y deciden ir
por algo de comer. Un restaurante a la orilla de la laguna no es una mala idea.
* * *
Se hizo de noche, llegaron Romeo
y David saltando el portón, sí el hotel fantasma cierras sus puertas de noche,
hay un timbre pero nadie responde al llamado ni a los gritos así que no había
otra opción más que aventar maletas y trepar. Triunfante entrada. Ya que por
fin estaban completos era hora de relajarse en la terraza frente a la alberca.
Llovió gloriosamente aminorando el calor, piensan en mañana "el
salto", creen estar listos, por ratos uno que otro se pone nervioso,
piensan en volar como... ¿murciélagos? sí murciélagos volando muy cerca de sus
cabezas. Tranquilos no pasa nada, su sangre ya es demasiado amarga por tanta
cerveza. Tranquilidad bajo las estrellas -No voltees, y hazte para acá- te dice
Romeo disfrazando tu alteración; no volteaste y caminaste hacia donde estaban
todos -había un alacrán junto a tu pie- te dicen no lo crees pero te hacen
verlo más de cerca. Sí, estuviste al borde de la muerte, salvaron tu vida (te
gusta el drama) lo mejor es cuando te cuentan que había uno en la cama donde te
tocaba dormir, ya no sabes si es más peligroso dormir o aventarte de nueve mil
pies.
Es tarde y hay que levantarse
temprano. En la inmensa oscuridad del jardín nocturno todos se dirigen a los
cuartos en fila india -¡Cuidado no toquen la pared! ahí hay dos- advierten al
frente mientras gritas (te gusta el drama). Llegan a la habitación y haces que
volteen el colchón tres veces, aun así decides dormir en la otra habitación
donde sacudieron las cama y voltearon el colchón no tres sino cinco veces.
Intentas dormir, no puedes, tus compañeros roncan, tú sigues mirando el techo,
duermes, despiertas continuamente y sueñas...
FIN DE DÍA DOS
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