"Julio es un mes para recordar" nadie
lo dijo, pero tanto tiempo libre te orilla a echar un vistazo a un pasado no
muy lejano: tus más recientes vacaciones. Decidiste pasar semana santa en el
D.F., no era tu plan en un principio, pero no pudiste rechazar la invitación de
tu cuate para saltar de paracaídas en Tequesquitengo. En ese momento pensaste
que serías unas vacaciones "extremas" por el simple hecho de
aventarte de un avión a nueve mil pies de altura, sin embargo jamás te
imaginaste el riesgo que existiría al rededor de este evento que al final de
cuentas fue lo menos arriesgado que te pudo suceder en esa semana.
Te gusta viajar de noche y llegas a la central
norte a las 6 de la mañana. Es jueves Santo y los defeños salen de vacaciones...
salen de vacaciones. Entonces bajas del camión y parece ser que toda la ciudad
de México se encuentra en la central incluyendo abuelitas, niños y...¿un gallo?
Sabes que ya amaneció porque en tu oído retumba una clásica canción
madrugadora: el "kikiriki". Quieres pensar que es una alarma fuera de
lugar, y esa alarma se encuentra al final de la fila dentro de una caja con
hoyos... una alarma que no cesa y curiosamente tiene diferentes sonidos del canto
de un gallo (largos, cortos, suaves, agresivos, etc) por si no te levantaste a
la primera. Entre tanta gente, bolsas de mercado y... gallos por fin te
atienden y aseguras tu boleto de regreso. Sales del tumulto tomas un taxi
seguro y te encuentras con tu amigo de la universidad en Chabacano.
Todo parece ser un día normal: se quedan de ver
con Jorge, desayunan, van al centro, entran a diferentes museos, comen ramen,
toman café, se pone el sol y llegan a una bar.
-¿Por qué cierran a las doce?
-Hay Ley Seca. ¿se les ofrece algo más?
-¡Ley Seca!
Nadie te puede explicar el motivo de dichosa Ley
en jueves santo, afortunadamente alguien tu lógica foránea te dice que como la
ciudad es muy grande dicha ley no aplica en lugares remotos. Entonces tu cuate
dice "¡Al depa!" sabes que hay una tienda de autoservicio las 24
horas abierta por ahí. Llegan y toman un six
como si nada, te diriges a la caja y no te quieren cobrar. Cierras el ojo,
explicas que estás de vacaciones pero no se tientan el corazón y te piden dejar
las latas. Salen derrotados, pero tu amigo menciona que aún conserva una
botella que le regalaron en el trabajo por lo que regresan con la cajera y
compran todo lo necesario para acompañar ese brandy que a nadie le gusta pero si
se trata de ir contra la corriente, cualquier cosa es bebible.
Toda botella tiene un final y así el día termina.
Duermen tranquilos porque en unas horas iniciarán su viaje al cielo.
FIN DE DÍA UNO
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