Querido Murakami:
Me da mucho gusto que hayas
venido a visitar la semana pasada. Midori me hizo llegar la botella de sake. Delicioso por cierto. Sabes,
estuve todo un mes en México, es por eso que no me encontraste en casa. Es
realmente una pena porque tengo algo muy importante que decirte y hubiera
preferido hacerlo de frente.
Estoy seguro que recuerdas la
escena en Tokio Blues cuando estoy en
la cabaña con Reiko. No me puedo quejar tanto, pues tuvo "final
feliz", sin embargo pudo haber estado muchísimo mejor. A ese repertorio
musical le faltó picante; un poco de José Alfredo Jiménez para rematar con todo
y así sacar nuestras alegrías y tristezas con furor.
Ahora, ¿whiskey? ¡No papá! ¿Qué
no has probado el tequila? En momentos así, para entrar en ambiente y calor con
un par de tequilazos se hubiera puesto bueno... ¡mejor!, bailando La Cucaracha y cantando Cielito Lindo.
Punto número tres (aunque no he
contado los pasados): la señora. ¿Por qué una señora? ¿No crees que una
morenota del puerto de Veracruz le hubiera puesto más sazón a la historia?
Quizá hasta estarías vendiendo más ejemplares. Sólo a ti se te ocurre ponerme a
una "ruquita", con todo respeto.
Aun así, me gusta trabajar
contigo y estoy dispuesto a hacerme presente en tu próxima novela siempre y
cuando esté ambientada en las bellas costas mexicanas del Golfo y que mi
compañera sea una "Jarocha sabrosa", pero por favor cámbiame el
nombre para evitar conflicto con Midori.
Sin nada más que decir, te deseo
un feliz año y espero que sigas escribiendo hasta tu muerte, pero échale un
poquito de "coco", falta "picor" en tus líneas.
Por siempre tuyo y de nadie más,
Watanabe
P.D. Pasé rápido por 1Q84 y Tengo manda saludos. Le platiqué
de mi viaje y mis nuevas propuestas, así que espera su carta pronto.
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