domingo, 26 de enero de 2014

Jueves, 28 de enero de 2010

Querido Salinger:
Ya perdí la cuenta de las veces que he empezado esta carta. No sabes el trabajo que me ha costado pensar en la manera más apropiada de dirigirme hacia a ti; de hecho, eso de “querido Salinger” no termina de convencerme. Preferiría un “hola J.D.” ya que me suena menos distante, y considero que una de las finalidades de la carta es hacer que la distancia existente sea más corta. Sin embargo, al mismo tiempo suena muy informal y mucha gente lo consideraría irrespetuoso; ¿Mucha gente? ¿Desde cuando tiene importancia lo que dicen o dirán los demás? Es por eso que para no sonar falsa y superficial me quedaré con…

Hola J.D.:
Me dio mucho gusto haberte conocido el año pasado mientras todavía eras un ser con vida sobre la tierra. Eso me lleva a imaginar que algún día pude haber tenido la oportunidad de tomar el té contigo y platicar por el simple placer de hacerlo. Lo que más me atraería de ello sería conocer tu concepción del mundo; aunque en tus obras se puede apreciar eso, no es lo mismo que escucharlo personalmente. Creo que a todo el mundo le gusta conocer “al artista”. En mi caso no es tanto por lo que hiciste o la fama que tienes, sino por el modo en lo que lo lograste: sembrando ideas nuevas en la literatura. Además, me hubiera sentido realmente privilegiada, ya que para muchas personas fuiste un ermitaño que evitaba el contacto con la sociedad, incluso existen muy pocas fotografías tuyas en el medio.
Hace unos días leyendo La Jornada, me causo gracia que en la entrada de tu casa existe un letrero de “prohibido el paso”. Lo más chistoso es que te atrevieras a hacer valer esa advertencia, con una escopeta. Yo sé que existe mucha gente que vería inapropiado ese comportamiento, especialmente siendo una figura pública, sin poner mucho énfasis en lo público. Creo que simplemente eras una persona que deseaba privacidad absoluta, y con la prensa intentando constantemente meterse en tu vida personal, no quedaba otra opción más que alejarlos de ese modo: excluyéndote de la sociedad. Ahora sí, después del 27 de enero de este año, se puede decir que ya no tendrás a nadie molestando y por fin descansarás en paz. ¿No te alegra?
Por cierto, respecto a esa fecha, mi universidad está organizando un homenaje en tu honor. Supongo que a muchos de los presentes y organizadores del evento les hubiera encantado contar con tu presencia, pero después de enterarme que mandaste a quemar tu “buzón de admiradores” y rehusaste autografiar una copia de “El guardián entre el centeno” – llamándolo un libro ridículo que habías escrito hacía 25 años -, estoy segura que esta clase de eventos no hubieran sido de tu agrado. Me gustaría pensar que me pudiste haber ayudado con mi ensayo, no obstante, tampoco hubiera sigo un buen tema mientras tomamos el té.
A pesar del desprecio que le tenías a la prensa, admiradores y a todo ser vivo que prácticamente te acosaba, muchos están realmente agradecidos por el legado que le has dejado al mundo, e ignoran estas actitudes mencionadas anteriormente para enfocarse en tus trabajos. Después de haber leído varios artículos, blogs, cartas dedicadas a ti y haber escuchado testimonios personales, me pude dar cuenta que la obra favorita es “El guardián entre el centeno”. Pienso que eso se debe a la gran empatía que existe entre los lectores y el personaje principal: Holden Caulfield; un adolescente como cualquier otro, expuesto a una serie de situaciones que no entiende a la perfección y por lo tanto se siente perdido en una sociedad, que a su parecer, no lo comprende.
Considero que casi todos los seres humanos hemos estado así en algún momento de nuestras vidas. Es por eso que leyendo esta novela se identifican con Holden, a quien llegan a llamar héroe al sentirse comprendidos en este mundo, a pesar de ser mera ficción, y lo usan como guía para sobrevivir. Incluso, aunque el lector no esté atravesando por la pubertad, al cruzar por las página del libro le llegan recuerdos que marcaron su vida y desea haberse tropezado con ese relato unos cuantos años antes. Por tal motivo, hoy en día existen profesores que inician a sus alumnos en la lectura con dicha obra y mencionan que la discusión en clase – llevada siempre alrededor de Holden – es una de las mejores clases que tienen durante el curso. No lo dudo, incluso en mi grupo de amigos ocasionalmente comentamos acerca de él y cuando en algún momento nos sentimos desubicados, deprimidos por la vida y la falsa sociedad que nos rodea decimos que nos sentimos Holden Caulfield.
La primera vez que experimenté ese sentimiento, fue cuando llegué a una secundaria nueva muy lejos de mi ciudad natal. Tú sabes lo que es llegar a un nuevo ambiente e intentar adaptarse porque, al igual que Holden, estuviste en varias preparatorias antes de ingresar a una academia militar. En fin, a ese año de “adaptación” lo llame mi año de depresión. Fue muy complicado, simplemente no encajaba y sentía que todos los demás eran muy falsos, en especial, queriendo aparentar una edad que no tenían. Definitivamente me hubiera encantado haber conocido a Caulfield durante ese tiempo. Quizá no me hubiera sacado de mi depresión, pero por lo menos hubiera tenido un escudo pata enfrentar a la sociedad resguardándome en su anécdota.
Después de un poco más de cinco años, en la clase de literatura norteamericana del siglo XX tuve la oportunidad de conocer tu obra maestra – llamada así por muchos, que no por ti, ya que la considerabas todo lo contrario. Desde las primeras líneas me di cuenta que definitivamente no era una novela convencional: comenzando por su forma de narrar, pero, sobretodo, porque su lenguaje era muy sencillo y coloquial - lo cual hace que la lectura sea más relajada y amena. Otra razón es su intemporalidad, es una novela que a pesar de ser de la década de los 50’s puede ser adaptada a cualquier época, ya que los temas que aborda son universales. Es por eso que hasta la fecha muchos lectores se siguen identificando con Holden Caulfield y adaptan esas vivencias pasadas con las actuales.
Debo confesar que es el único material tuyo que he leído hasta ahora, y no dudo que la mayoría de los presentes esté en la misma situación que yo, pero como el libro no deja un mal sabor de boca, da curiosidad seguir leyendo más de tus obras. Una de las cosas que pasan cuando un “famoso” muere es que se hace más popular. Se empieza a hablar más de esa persona y, tomando en cuenta lo controversial de la obra y su publicación al ser considerado por muchos un libro inapropiado, lo “fuerte” del lenguaje y los temas que aborda: como el sexo, la violencia, el alcohol y el cigarro, lo hace más atractivo. Yo sé que en tu caso no es algo que te agrade demasiado, pero por lo menos a tu editorial y a los que tienen los derechos de tus obras les conviene.
A veces no comprendo porqué la sociedad se espantaba de ciertos temas, si todos atravesaron por esa etapa de transición. El modo de reaccionar de Holden a esos cambios físicos y psicológicos propios de la adolescencia no es algo estrambótico, pero eso no significa que los lectores, en este caso menores, vayan a reaccionar igual. De hecho el leer la novela les puede dar un panorama más amplio acerca de esta situación por la que todos pasan ayudándoles a distinguir entre un buen o mal comportamiento. Aún así esos temas “vedados” fueron los que llevaron a la cima a “El guardián entre el centeno”, porque entre más prohibido más demandado.
Por esas y muchas otras razones, tu primera novela publicada ha causado un gran impacto desde su publicación. Ahora existen rumores acerca de una película de ésta – no como la versión en pantalla azul de Nigel Tomm – que estoy segura, no me agradaría por completo. Considero que Holden Caulfield sería muy difícil de representar, pues cada lector crea su propio personaje; se apropia de él. Por ejemplo, no quiero ni pensar cual sería la reacción de Holden al ver la película del “Gran Gatsby”. Si de por si todo lo deprimía y se le hacía falso, esa película lo hubiera llevado al suicidio con o sin tratamiento en el hospital psiquiátrico.
Estoy ansiosa por leer más trabajos tuyos incluyendo el nuevo material que escondiste durante varios años. Ooops… creo que tampoco debí haber mencionado ese dato. Por favor no me jales los pies en la noche por haber expuesto tanta información acerca de ti.

Sin nada más que decir me despido deseándote una feliz estancia donde quiera que estés.

Atentamente,

Una de las tantas personas rescatadas entre el centeno.

Mi foto favorita

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