En todo el Panteón Municipal de
Dolores Hidalgo subsiste un enorme sombrero rodeado de un sarape lleno de vivos
colores construido a finales del siglo XX. Podrás reconocerlo aun con los ojos
cerrados. El miasma que desprende es inconfundible pues los restos de uno de
los grandes cantautores mexicanos se encuentran debajo de este monumento; un
artista que sigue vivo a través de sus letras. Al "recorrer" aquel
sarape multicolor, diferentes melodías rancheras resuenan en tu cabeza
recordando serenatas, cumpleaños, graduaciones, noviazgos e incluso borracheras
de dolidos. Las letras de José Alfredo Jiménez han persistido durante varias
generaciones desde el siglo pasado hasta la actualidad sin perder la efusión
con las que se escribieron.
Este "monstruo de la
canción" nació ahí nomás tras la
lomita, en Dolores Hidalgo el 19 de enero de 1926 y empezó a componer desde
su temprana edad. Pese a no contar con educación musical, José Alfredo Jiménez compuso cientos de temas con la ayuda
del maestro Rubén Fuentes al cual le silbaba la melodía para que éste hiciera
los arreglos y fueran interpretados por el Mariachi Vargas de Tecatitlán. Canciones
como Ella, Un mundo raro, Camino de
Guanajuato, Paloma querida, El caballo blanco, El rey, La media vuelta, Muy
despacito, Amarga navidad, entre otras, han sido interpretadas alrededor
del mundo por diferentes artistas y en distintos géneros musicales haciendo que
perduren y se esparzan a pesar de haber fallecido hace cuarenta años.
Su derrochador estilo de vida lo
llevó a una cirrosis hepática por la cual "se nos adelantó" a sus
cuarenta y siete años de edad el veintitrés de noviembre de 1973. Sin embargo
es muy difícil incluso envejecer a José Alfredo Jiménez con todo ese legado
musical. Su poesía popular y metáforas sencillas, han creado lugares comunes los
cuales siguen siendo recorridos generación tras generación. Considerado un
melodista excelente por Carlos Monsiváis, José Alfredo Jiménez sigue vivo a
través de su lírica y en boca de varios artistas desde rancheros hasta
intérpretes del rock. Además, la
sociedad mexicana acude a su repertorio "para manifestarse, justificarse,
declararse, entrar en crisis, implorar olvido, gritar la impotencia"
(Monsiváis, C.) y de esa manera se apropian de estas canciones escritas el
siglo pasado manteniéndolas frescas al relacionarlas con temas y situaciones
actuales.
El inmortal, "...porque
canta como nunca, porque gana batallas como el Cid después de muerto, por su
altísimo ejemplo, porque sigue siendo el rey" (Sabina, J.), José Alfredo
Jiménez fue un compositor talentoso difícil de suplantar que hasta la fecha
sigue cautivando a hombres, mujeres, chicos y grandes a través de violines,
trompetas, arpas, percusiones incluso guitarras eléctricas y timbales.
"Porque lo cantó mi padre, porque lo canto yo, porque ojalá lo canten mis
hijos, y los tuyos y los hijos de mis hijos..." (Sabina, J.). Así las
canciones de José Alfredo Jiménez perdurarán otros cuarenta años más sin pasar
de moda y llevando el mismo furor que tuvo tiempo atrás.
Todavía lo queremos; lo queremos
a él y a todas sus canciones.
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