Room in New York, Edward Hopper |
Nueve de la noche,
Mario termina de cenar. Toma el periódico, se quita los zapatos, y en ese
momento se forman dos mundos dentro del cuarto.
Oídos sordos, miradas
vacías, sabor a soledad. Ya no existen sentimientos. Difícil comprender cómo la
costumbre los ha llevado a fraccionar e ignorar su entorno.
Por otro lado, ella
sólo espera el fin de jornada y de ese modo volver a intentar romper la línea
que la aleja de su todo.
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