Otra película que veía muy seguido en el Cinco era la de Brujas. Me impresionaba mucho cómo la Gran Bruja se quitaba la piel y llegaba a ser muy fea. Tuve varios sueños donde a mí también me convertían en ratón o me querían secuestrar.
A diferencia de “Jóvenes Brujas”, “Las Brujas” no me hizo ser una de ellas, pero sí viví con una gran imaginación durante mi infancia pensando en qué señora de la calle me ofrecería una barra de chocolate, qué se sentiría ser un ratón y merodear en algún hotel de lujo y si alguno de los ratones que veía en las tiendas de mascotas sería algún niño “perdido”.
Es curioso que después de ver esta película más de 10 veces, a mis treinta y tantos años que la volví a ver no recordaba muchas escenas ni partes de la historia. Fue peculiar recordar momentos gratos de mi infancia con caras tan feas.
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